Únete a la Sociedad de Amigos de Sorbas y colabora con nosotros

Revista el Afa n38

Foto de portada: Friso principal del Abrigo de la Mela (Andrés Pérez Pérez)

~Editorial~

Si hace dos años, a alguien le hubiese dado por escribir lo que sucedería poco después lo hubieran tomado por loco, quirománte, profeta o, simplemente, una mente soñadora que no estaba en sus cabales. Es posible que alguno se anticipase y advirtiera de lo que se avecinaba. Nunca han faltado adivinos que con más o menos fundamento anunciaran pandemias, terremotos y hasta el fin del mundo. Desde los tiempos bíblicos esas profecías siempre han estado presentes. Y sea porque cíclicamente han ocurrido catástrofes o desastre naturales, algunos oportunistas dicen que ya lo advirtieron. La ciencia, parece que advirtió de la posibilidad de que algo así sucediera, pero vivíamos tan felices y despreocupados, que nunca creímos que una cosa así pudiera sucedernos. Las viejas novelas y textos científicos sobre pasados sucesos desbastadores, sólo eran eso, episodios del pasado, cuando la humanidad no tenía nuestros medios y adelantos. Pero aquí estamos, la mayoría del mundo confinado y millones de muertos que no han podido superar el virus. Cuando la peste u otras pandemias asolaban las ciudades, la gente era más consciente. Las calles de las ciudades se llenaban de cadáveres que retiraban en carretas para llevarlas a las fosas comunes. Sacerdotes y frailes andaban en procesiones, invocando a Dios con plegarias y salmos que amedrentaban más a las personas. Pero en nuestro tiempo presente nada de esto ha sido necesario. Un atisbo de esperanza ha aparecido con las vacunas y a ellas confiamos volver a nuestra vida anterior.

En diversos medios he leído que esta experiencia nos hará mejores, que viviremos y procederemos de una manera más razonable. Personalmente lo dudo; ni seremos mejores, ni más razonables. Nuevamente nos dejaremos llevar por la inercia del egoísmo, por el afán de tener más cosas, creyendo que el hecho de poseerlas nos hace mejores y diferentes. Seguiremos abusando de nuestro hábitat, en el convencimiento de que es inagotable y el mismo se regenerará de nuestros abusos. Así será, según la ciencia, pero será a costa de nuestro exterminio.

Cómo me gustaría equivocarme, pero no, lamentablemente será así. No obstante, sí hay cosas que han quedado muy claras; gentes y profesiones que son imprescindibles y otras que sólo sirven como decoración. Nos hemos dado cuenta de que médicos, enfermeras, científicos, profesores, personal de limpieza, cajeras, transportistas, agricultores y un largo etcétera son imprescindibles, no podríamos vivir sin ellos. En cambio, otro y más largo etcétera, son prescindibles, algunos en la forma que ahora ejercen. No hace falta pensar mucho para averiguar de qué profesiones hablo; gente guapa que llenan las revistas de papel cuché, ocupan los platós de las televisiones, nos dicen cómo hemos de vivir y que retribución debemos tener por nuestro trabajo. Todos ganan un pastón. Montaron el tinglado para ellos, pero “la pandemia” ha demostrado que la gran mayoría son perfectamente prescindibles, no necesarios. Al menos, en la forma que ejercen hoy.

En diversos medios he leído que esta experiencia nos hará mejores, que viviremos y procederemos de una manera más razonable. Personalmente lo dudo; ni seremos mejores, ni más razonables. Nuevamente nos dejaremos llevar por la inercia del egoísmo, por el afán de tener más cosas, creyendo que el hecho de poseerlas nos hace mejores y diferentes. Seguiremos abusando de nuestro hábitat, en el convencimiento de que es inagotable y el mismo se regenerará de nuestros abusos. Así será, según la ciencia, pero será a costa de nuestro exterminio.

Ojalá, los bien-intencionados lleven razón y salgamos de esta con algunas lecciones aprendidas. Mientras tanto, nosotros seguimos ¡A la nuestra! La nuestra no es otra cosa que la revista EL AFA, aunque sería más correcto decir que es vuestra, ya que su fin sois vosotros; los que la esperáis y leéis. Hubo días en los que creímos que la situación nos afectaría. Que la situación impidiera que muchos de los que colaboran con nosotros no pudieran hacerlo. Afortunadamente no ha sido así. Alguna sección se ha resentido, pero nadie lo notará, ni nosotros mismos. Cuando este editorial se está pergeñando, tenemos la esperanza de que podamos hacer una presentación más o menos normal, que todos los habituales y otros nuevos nos podamos reunir y hablar. Que el tiempo nuevo, que dicen ha de venir, venga para hacernos mejores y sigamos reflejando en estas páginas la historia de nuestro pueblo y nuestra gente.

La Junta Directiva

Quizás te interese